La ciudad de Córdoba, no sólo se destaca por su privilegiada geografía sino que guarda en sus calles, monumentos históricos de la época de la Colonia Española, en especial templos de la Iglesia Católica.
Entre ellos, podemos destacar la Capilla Doméstica, que se trata de un exquisito santuario que fue cuna de las labores de la Orden Jesuítica en nuestro País.
La fachada del emblemático edificio cristiano, ostenta un modesto estilo romántico y está construida en forma de cruz latina con una capilla a cada lado, construcción que finalizó alrededor del año 1668. Su arquitectura muestra un increíble techo, armado con gruesas cañas tacuaras y recubierto de cueros de vaca posteriormente pintados. Un lugar fascinante es el retablo, obra del arquitecto italiano Brassanelli, en el que se destaca el sello de los artistas indígenas.
En cuanto a la imponente Iglesia, su construcción sólo pudo lograrse gracias a la donación de Manuel Cabrera, quién fue el nieto del fundador de la ciudad. Si bien existen dudas sobre la fecha exacta del inicio de la edificación del templo, todos los indicios hacen presuponer que la Iglesia de la Compañía fue emprendida hacia 1650 y su principal creador fue Felipe Lemaire, un ingenioso francés. Muy arraigado a su vocación, de constructor naval, su idea para la iglesia fue la de armar una estructura íntegra de madera con forma de quilla de barco invertida. A ambos laterales de la nave principal, entre la nave del crucero y las torres, se erigieron dos capillas: la de los Españoles a la izquierda, y la de los Naturales a la derecha.
Finalmente, después de la consagración en el año 1671, el templo fue decorado por innumerables artistas, entre finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. Algunas de estas obras sufrieron un incendio en 1961. Ambos edificios forman parte de la denominada Manzana Jesuítica, recorrido de especial valor histórico y social, que ninguna persona debe dejar de visitar en La Docta.