Salida como de un cuento, la originalidad de esta construcción fue pensada por Erwing Müller a principios de la década de 1940. La realización de esta idea, surgió de las manos de un lugareño, Don Rito Merlo, y se distingue por los símbolos grabados en la madera de sus muebles y en la piedra de sus paredes.
Está emplazada en una de las zonas más altas de La Cumbrecita. Allí Müller vivió poco tiempo, pero dejó un sistema de códigos original, a través del cual se comunicaba con sus vecinos y les daba a conocer su estado de salud.