Por el año 1902, el poeta Leopoldo Lugones descubrió los grabados pertenecientes a los aborígenes que antiguamente habitaron la región.
De esta manera, publicó en el año 1903 una nota en el Diario La Nación, relatando dicho descubrimiento. Así la noticia tomó dominio público, pero tardó casi 20 años en tener repercusión a nivel internacional.
Un tiempo después, fue gracias a la publicación de la mano de un investigador de origen escocés, que las pictografías cordobesas cobraron reconocimiento.
Finalmente, entre 1941 y 1959 realizó un relevamiento de 113 aleros, y reprodujo en láminas de escala natural alrededor de 35.000 figuras, las cuales actualmente se encuentran expuestas en el Museo de Cerro Colorado, Cordoba.