El primer dueño de la región de Punilla fue Bartolomé Jaimes, luego pasó a manos del sacerdote Juan de Cabanillas quién las donó a su hermano Don Esteban, declarado en el testamento de este último, en diciembre de 1761. Por este documento la propiedad de la Estancia San Esteban pasaba a ser propiedad de Don Eusebio de Cabanillas, hijo del anterior, quién se convirtió en sacerdote heredando finalmente Narcisa Cabanillas de Ramírez de Arellanos y luego la hija de ésta.